lunes, 21 de junio de 2010

Día de la música

"To you this may be nothing, It's something to me..."

(This raging light.- David Fonseca)



Por pura casualidad (o -tal vez- mejor dicho, causalidad) he llegado a la música de un artista portugués llamado David Fonseca. Primero leí su nombre en una entrada de un blog musical y apunté mentalmente como tarea pendiente investigar sobre él y su música. Luego me olvidé de hacerlo, claro. Pero a los pocos días, de repente, se asomaba la portada de su último disco desde la estantería de unos grandes almacenes y lo interpreté como una señal que no debía pasar por alto. Y en ese punto decidí escuchar alguno de sus discos aprovechando las facilidades que hoy día nos da internet. Opté por el penúltimo (creo) en lugar de por el que me había encontrado, de forma que en lugar de entre las olas me encontré de repente soñando en colores.

A decir verdad, no recuerdo tener una sensación de especial asombro o de nada que me llamara demasiado la atención al escucharlo. Quizá también fuese porque no se debería escuchar música que no se conoce demasiado mientras se hacen otras cosas, pero no pensé que fuera a volver sobre ese disco en poco tiempo... hasta que sonó una canción. Tuve que abrir la ventanita de cierto programa de música online para darle al botoncito anterior y quedarme con el nombre. Se llamaba -y se llama, claro- This raging light y es motivo suficiente para editar un disco. O, al menos, a mí me lo parece.




A veces ocurre que una canción se te mete en la cabeza y no sabes explicar por qué, ni te importa. Luego, pasan los días y empiezas a buscar motivos: desde la voz profunda del propio David, que empieza casi recitando a lo Leonard Cohen, pasando por esos arreglos iniciales que a mí -desde mi desconocimiento- me llevan hacia aromas de fado y llegando a ese ritmo imparable que alcanza la canción con los samplers de fondo y los instrumentos subiendo de revoluciones. Me parece una melodía de una riqueza inusual y con una frescura que se echa en falta en la mayoría de propuestas actuales. Por ahí me lleva hacia ese toque melódico que tanto me gustaba de Nelly Furtado en sus comienzos, con aquel disco maravillosamente exótico y diferente que fue -que es, que sigue siendo- Whoa Nelly o -en menor medida- Folklore, antes de que se pasara definitivamente al grupo de artistasvendediscosquecolaboranconproductoresestrella para convertirse en una Shakira más.

Y me recuerda también, de algún modo, a otra maravillosa desconocida: la italiana Elisa Toffoli, más conocida sencillamente como Elisa. Supongo que es un poco porque también canta en inglés, a pesar de ser mediterránea, y -esencialmente- porque, como él, hace buena música. Buenísima, de hecho, en el caso de mi querida Elisa (de la que ya si eso hablaré con mayor detenimiento en otra ocasión). Y el caso es que en ese punto me encuentro pensando en que el tal David Fonseca es un ídolo en su país moviendo a las masas en festivales, y Elisa llena estadios en Italia hasta el punto de hacer espectáculos artísticos globales como si fuera una estrella de la música estadounidense. Y aquí, en España, uno mira quienes llenan estadios y casi le da por echarse a llorar. Igual que si uno mira cuánta gente propone cosas diferentes con su música. A cuánta gente que de verdad se arriesga con sus canciones, que trata de transmitir algo a alguien más que de simplemente llegar a mucha gente se le otorga, al menos, la mitad del reconocimiento que merece. Y a uno, pensando en eso, no se sabe si le entran ganas de celebrar o no el día de la música.

Pero de repente viene Elisa y canta:

"Music is the reason why I know time still exists"

(La música es la razón por la que sé que aún existe el tiempo)





Y entonces, todo vuelve a estar un poco más en su sitio.


¡Feliz Día de la Música!