Quizá no fuera algo premeditado, pero cuando Zahara se disfrazó de Dorothy y sacó sus
Zapatos rojos
-siempre del último cajón- quizá eligió la mejor manera posible de
empezar a contar a cantarnos su fabulosa historia en la noche del
sábado. Recuerdo que la primera vez que la escuché, esa canción me
pareció una auténtica maravilla y una de las mejores muestras de lo que
sabe hacer Zahara con sus melodías y su voz, de cómo es capaz de
transportarnos a otra parte de forma casi mágica, de parafraseando su
propia letra- darle cuerda al reloj que nos falta en el pecho sin que
podamos llegar a querer quitárnoslo. Una de esas canciones que, en mi
opinión, no debería haberse quedado fuera de su disco pero a la que ella
hizo justicia tocándola precisamente para abrir el concierto. Porque en
cierto modo no había mejor manera de adentrarse en su particular fabula
que hacerlo con una canción inspirada en otro cuento, de manera que a
través de sus notas Zahara consiguió lo que la protagonista del Mago de
Oz hacía precisamente al chocar entre sí sus zapatos: apenas había
comenzado el concierto y ya estábamos en otro mundo, uno mucho más
hermoso, más cercano a la fantasía que a la propia realidad.
Sonó también
Merezco
tras comunicarnos de nuevo- que había sido elegida como canción
oficial de la Vuelta ciclista, y su título se hizo más justo que nunca
porque cuando ves a alguien con esas ganas de comerse el mundo con sus
canciones a cuestas es imposible pensar que ese reconocimiento no sea
merecido. Volvió a explicar la curiosa y divertida al menos para ella-
intrahistoria de
La canción más fea del mundo
a la que por el contrario no le hace justicia su título-, que sonó tan
bonita como de costumbre cada vez que la canta, y esta vez fue
aderezada con una interpretación llena de continuos gestos entra Zahara y
su bajista Alfonso (también llamado en ocasiones Alfondo xD) que la
hizo incluso más adorable de lo que ya es habitual. Si bien cada una de
las veces en que he visto a Zahara en directo transmitía una felicidad
contagiosa, quizá fuera ésta en la ocasión en que más la haya visto
disfrutar en el escenario, con un brillo especial en los ojos casi
húmedos por momentos (que quizá nada tuviera que ver con el sudor/barniz
achacable al calor ambiental xD) y, especialmente, con un punto de
emoción a flor de piel que acompañado de su tradicional naturalidad la
hacía esta vez incluso algo más linda que en otras ocasiones. Si tuviera
que definir esa sensación al verla quizá no hubiera mejor forma de
hacerlo con robándole la frase final en su voz pletórica en
Olor a mandarinas, cuando canta esa parte de
flotar y brillar, irradiar, alumbrar
porque, tal vez, era precisamente eso lo que desprendía Zahara esa
noche: tenía tal brillo sobre el escenario que nadie que la hubiera
visto cantar podría negarse a dejar que su voz se metiera dentro de
forma tan natural a como lo hace la luz del sol al abrir los ojos por la
mañana.
Y sin embargo, aún no era tiempo para despertar del
sueño esa noche sino de seguir arropado por los cantos de Zahara, con
una versión estremecedora de
Piscinas en verano
(otra de las grandes joyas que se quedaron fuera del CD), creciendo
poco a poco hasta un final apoteósico de los instrumentos junto a una
voz irresistiblemente incontrolada digna de una sirena. O con un final
maravillosamente inesperado que adelantó
Con las ganas,
dejándola sin opciones de convertirse de nuevo en cierre inolvidable de
una noche memorable como aquella última en que la terminó cantando a
pesar y por encima de todos los contratiempos, con dos estrofas
completas en absoluto silencio que dejaron a toda la sala con la boca
abierta y a ella con el corazón en la garganta. Y sonaba después para
en principio- acabar
Funeral y
a mí parecía que ya iba a ser imposible repetir un cierre como aquél, a
pesar de que se trate de una canción maravillosa, con su letra tan
cargada de emoción y un ritmo frenético digno del mejor final de
concierto, con toda la sala bailando y la propia Zahara alzando sus
brazos casi tanto como la voz.
Pero quedaban los bises para que volviera y cantara, cómo no hacerlo en esta gira y con él entre el público,
Chico fabuloso.
Para un último arrebato de simpatía y encanto sobre el escenario al
ponerse sus características gafas de sol con forma de corazón para
cantarla y señalarlo al decir
mi lado favorito de la cama eres tú.
Y sobre todo para despedirse, una vez más, de una forma absolutamente
memorable. Porque Zahara se volvió a quedar a solas sobre el escenario y
comenzó a entonar esa maravillosa canción llamada
Adiós,
escrita para despedirse de Granada, donde vivió tantos años. Y pocas
cosas duelen tanto como despedirse -y son a la vez tan hermosas- cuando
se quiere tanto aquello de lo que uno se despide.
Y entonces, la niña grande de la sonrisa linda volvía a tener los ojos húmedos mientras cantaba para despedirse diciéndonos
Adiós con el corazón clavado maravillosamente en su garganta.
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